El Mar Menor es uno de los mayores tesoros naturales de la Región de Murcia y de toda España. Se trata de la mayor laguna salada de Europa, separada del Mediterráneo por la franja arenosa de La Manga. Sus aguas tranquilas, poco profundas y cálidas han sido, durante décadas, un reclamo para turistas nacionales e internacionales. Además de su belleza paisajística, el Mar Menor es un símbolo de identidad para los murcianos y un espacio cargado de historia, tradiciones pesqueras y actividades recreativas. Se trata de una zona perfecta para comer cerca de Murcia, junto a otros lugares como Calasparra o Lorca.
Visitar el Mar Menor significa disfrutar de un entorno único, donde el clima mediterráneo suave invita a bañarse, navegar o simplemente relajarse junto al agua durante gran parte del año. Sus orillas acogen municipios como San Javier, Los Alcázares, San Pedro del Pinatar y Cartagena, que han sabido aprovechar su cercanía a la laguna para ofrecer servicios turísticos, alojamientos y una gastronomía centrada en el pescado y el marisco frescos. No se trata solo de sol y playa, ya que la zona ofrece experiencias culturales, naturaleza y una fuerte vida social.

En este artículo vamos a explorar el Mar Menor en detalle, presentando sus principales atractivos y actividades. Para ello, hablaremos de sus playas y deportes náuticos, de la riqueza ecológica que lo hace especial y de la cultura y la gastronomía local. De esta manera, quienes estén pensando en visitarlo podrán planificar una estancia completa y variada, descubriendo por qué el Mar Menor es mucho más que un destino de sol y playa.
Playas y actividades náuticas, un paraíso para el ocio
El Mar Menor es famoso por sus aguas, tranquilas y poco profundas, lo que lo convierte en un destino para familias con niños y para quienes buscan bañarse con total seguridad. Las playas son numerosas y variadas, desde grandes arenales con todos los servicios hasta pequeñas calas más recogidas. Lugares como la playa de los Narejos, la playa de Santiago de la Ribera o la playa de la Puntica son lugares para disfrutar de largas jornadas al sol.
Pero más allá del baño y el relax, el Mar Menor es un auténtico paraíso para los deportes náuticos. Sus aguas protegidas permiten practicar vela ligera, windsurf, kitesurf y kayak con seguridad, incluso para principiantes. Hay numerosas escuelas y clubes náuticos que ofrecen cursos y alquiler de material, fomentando que visitantes de todas las edades se inicien en estas actividades. Para los más experimentados, el viento constante y el amplio espacio navegable hacen que sea un lugar privilegiado para entrenar o competir.
Naturaleza y medio ambiente, un ecosistema único

El Mar Menor no es solo un destino turístico, debido a que es un ecosistema singular que ha evolucionado a lo largo de miles de años. Sus aguas saladas, más cálidas y menos profundas que las del Mediterráneo, crean un hábitat especial para muchas especies de peces, aves y plantas acuáticas. Las encañizadas tradicionales, sistemas de pesca ancestrales, son testimonio de cómo el ser humano ha aprovechado de forma sostenible sus recursos durante siglos, formando parte del patrimonio cultural de la zona.
Destacan áreas protegidas como el Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar, donde los visitantes pueden pasear entre dunas, salinas y humedales habitados por flamencos, garzas y otras aves migratorias. Este parque ofrece senderos y miradores que permiten observar la fauna sin perturbarla, convirtiéndolo en un plan perfecto para amantes de la naturaleza y la fotografía. También en La Manga encontramos espacios dunares y lagunares que albergan especies autóctonas y endémicas.
Cultura, gastronomía y tradiciones locales
Más allá de sus playas y su naturaleza, el Mar Menor es también un territorio rico en cultura y tradiciones que merece ser descubierto con calma. Los pueblos que lo rodean conservan costumbres pesqueras y marineras que se reflejan en sus fiestas, mercados y gastronomía. Caminar por los paseos marítimos de Santiago de la Ribera o Los Alcázares es sumergirse en la vida cotidiana de sus gentes, donde conviven la hospitalidad mediterránea y el orgullo por la identidad local.
La gastronomía es otro de los grandes atractivos para los visitantes. En las tabernas y restaurantes junto al mar se pueden degustar calderos, un arroz caldoso cocinado con pescado de roca y servido tradicionalmente en cazuela de hierro, así como salazones, mariscos frescos y una gran variedad de tapas que combinan la tradición murciana con influencias marineras. Comer frente al mar mientras cae el atardecer es una experiencia que captura la esencia del Mediterráneo y deja un recuerdo para siempre en quienes la viven.