Para muchos niños, el dron no es más que un aparato con hélices que zumba en el aire como un insecto. Y la verdad, no están tan lejos de la realidad. Los drones son aeronaves sin piloto a bordo que pueden volar gracias a la ayuda de un control remoto o de una computadora. Existen en muchos tamaños: algunos caben en la palma de la mano y otros alcanzan dimensiones tan grandes como las de un avión pequeño.
Hoy en día, los drones se han convertido en herramientas muy útiles para personas de todo el mundo. Ayudan a tomar fotos y videos desde el cielo, a revisar lugares donde los humanos no pueden llegar fácilmente y hasta a sembrar cultivos en grandes campos. Incluso los científicos los usan para estudiar animales, volcanes o zonas peligrosas.
Conocer cómo funcionan es una gran forma de aprender sobre tecnología, porque mezclan motores, sensores, programación y física en un solo aparato. En este artículo te contaré de manera sencilla qué es un dron, cómo logra mantenerse en el aire, qué sensores utiliza para orientarse y cómo puede volar sin un piloto.
¿Qué es un dron?

Un dron es una aeronave no tripulada, lo que significa que no lleva personas dentro. Se controla a distancia o puede seguir un plan de vuelo por sí mismo. Los más comunes son los multirrotores, que tienen cuatro hélices (cuadricópteros), aunque también los hay con seis u ocho. Otros parecen avioncitos con alas y se llaman drones de ala fija. Cada uno sirve para distintas tareas, desde volar en espacios pequeños hasta recorrer largas distancias.
Detrás de su aspecto ligero, un dron es un sistema muy completo. Tiene motores eléctricos, hélices que generan empuje, una batería que almacena la energía y una computadora central que actúa como cerebro. También incluye antenas para recibir órdenes y, en algunos casos, cámaras u otros accesorios. Según su tamaño y capacidad, puede servir como juguete, herramienta profesional o recurso para investigar la naturaleza y la ciencia.
¿Cómo se mantiene en el aire un dron?
El vuelo de un dron se basa en una idea sencilla. Las hélices giran muy rápido y empujan el aire hacia abajo. Ese empuje hace que el aire reaccione y levante al dron hacia arriba, tal como ocurre con un helicóptero. Si necesita subir, sus motores aumentan la fuerza; si quiere bajar, reducen la potencia. Todo sucede en fracciones de segundo para que el vuelo sea suave y estable.
En los drones multirrotores, cada hélice gira en un sentido diferente al de la que está a su lado. Esto equilibra las fuerzas y evita que el dron empiece a dar vueltas como trompo. Cuando el aparato necesita girar o moverse hacia un lado, algunos motores aceleran y otros disminuyen, logrando el movimiento deseado. Este trabajo coordinado es posible gracias a pequeños controladores electrónicos que ajustan la velocidad de cada motor con gran precisión.
El cerebro y los sentidos del dron
Para volar con seguridad, el dron necesita un “cerebro” que procese toda la información. Ese cerebro se llama controlador de vuelo. Es una computadora diminuta que toma datos de distintos sensores y decide qué hacer en cada momento. Entre esos sensores está la IMU, que combina acelerómetros y giroscopios para medir cómo se mueve o se inclina el dron.
Un magnetómetro funciona como una brújula y ayuda a mantener el rumbo. Los barómetros permiten medir la altura, y gracias al GPS o a sistemas similares, el dron sabe exactamente dónde se encuentra en el mapa. Además, algunos drones tienen cámaras y sensores que funcionan como “ojos”: detectan paredes, árboles o personas y pueden frenar o esquivar obstáculos. Todo esto hace que el dron sea mucho más inteligente y capaz de volar de manera controlada.
¿Cómo puede volar sin piloto a bordo?
Existen dos formas principales en las que un dron vuela sin piloto dentro. La primera es con control remoto: una persona en tierra usa un mando para moverlo en tiempo real. Este control puede enviar órdenes por radio y, en muchos casos, recibir imágenes de lo que la cámara del dron está grabando. Así, el piloto sabe hacia dónde se dirige, aunque siempre debe mantener el dron a la vista.
La segunda forma es la autonomía. En este caso, el dron sigue un plan de vuelo programado antes de despegar. Puede tener instrucciones como: “Sube a 50 metros, ve a este punto, toma fotos y regresa”. Si en medio del recorrido pierde la señal, muchos drones están programados para volver automáticamente a casa. Otros incluyen sistemas que impiden entrar en zonas prohibidas o que ayudan a esquivar objetos en el camino.
Aunque parece que el dron toma decisiones solo, en realidad sigue reglas claras que alguien programó. La computadora interna es la que organiza cada acción según los datos de los sensores. De este modo, aunque no tenga un piloto dentro, logra volar con seguridad y completar misiones sorprendentes.
Usos y seguridad básica

Los drones se utilizan en muchos ámbitos. Sirven para grabar películas, hacer fotografías aéreas, inspeccionar torres o revisar techos. En emergencias, ayudan a localizar personas perdidas o a observar incendios forestales desde el aire. En el campo, permiten sembrar y controlar cultivos, mientras que en la ciencia ayudan a estudiar volcanes, glaciares y animales salvajes sin molestarlos. Además, también se usan en competencias deportivas o como herramienta educativa para aprender sobre robótica y programación.
Pero tan importante como volar es hacerlo con seguridad. Nunca se deben usar cerca de aeropuertos ni sobre multitudes. Siempre es recomendable que un adulto supervise el vuelo y que el piloto mantenga el dron a la vista. Revisar las baterías, las hélices y el espacio de vuelo también es clave para evitar accidentes.
En muchos países existen reglas que indican dónde y cómo se pueden usar. Cumplirlas garantiza la seguridad de las personas y los animales, así como también la del propio dron. Si se respetan estas normas, la experiencia de volar se convierte en una aventura divertida, segura y llena de muchas volteretas por el aire.

